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En los escudos estuvo nuestro resguardo,
pero los escudos no detienen la desolación.
Poema de la conquista
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Enigmático fue José Alfredo Jiménez al decir en una de sus canciones que los mariachis habían callado. En estas palabras -cerradas a la luz de una interpretación unidimensional- vio el homérida Carlos Monsiváis el epitafio apropiado para la nación mexicana que al cabo ya de tantas luchas no quiere continuar. Y en cierta forma hoy es día de enterrar a nuestros muertos: el futbol, fenómeno en el que el pueblo cifra casi todas sus esperanzas, de nuevo ha sido un principio de adversidad para el acontecer patrio. Es día de labrar en sus tumbas el verso de nuestra perdición.
Ignoramos pues el secreto motor que nos depara un hado de tempestades. Lo cierto es que nuestra mirada, forjada al temple de la recurrencia trágica del fracaso, no pierde aún ese fulgor sensible, melancólico, con el que el Conejo Pérez admira la maquinal audacia de Tévez cual tenochca arruinado. En el caer cotidiano se revuelve la historia, y la herida se petrifica en el instante. Ahora no cesa el rechinar de dientes, las lágrimas corren, y la gente, dolida, eleva sus invectivas hacia los poderosos -tan metafísicos, tan lejanos como el propio telar del destino- por haberles dado a beber un cáliz que sin más veneno que en otras tragedias, mayor amargura procura a nuestras existencias por esa maldita cotidianidad del fracaso.
¿Pero no acaso las tinieblas se han cernido hoy más profundas que antes? Olvidemos la necesidad de la esperanza en un país acosado por peores avatares; la derrota ante Argentina ha terminado con una fe depositada antaño en unos jóvenes triunfadores. Ellos, como las ideologías, los políticos mesiánicos y sus promesas de campaña, no han iluminado el mundo de la mexicanidad. Sentirnos defraudados "porque ahora sí se podía" es el pecado con el que el Tri nos injuria, mismo que deviene pues en un apagarse de voces y cuerdas tañidas por los legendarios mariachis de las tribulaciones.
Otras veces resurgía la fe luego de cósmicos ciclos de cuatro años. La oscuridad ahora impide un juicio certero, mas si es verdad que las sombras no nos engañan, tal parece que los mariachis no volverán a cantar. Una conciencia (irritantemente partícipe de la historia) no soporta más decepciones, pues si bien México jugaba su destino en duelo con otra nación jodida, pobre y violenta, casi bestial, una de ambas sí sabía meter un pedacito de caucho en el arco, y la otra no.
"...jugaba en duelo su destino con otra nación jodida, pobre y violenta, casi bestial, una de ambas sí sabía meter un pedacito de caucho en el arco, y la otra no", hermoso.
ResponderEliminar¿Despertar de tu "ser alfa" o acaso un medio de restregar lo jodido de este tragicómico país? Me inclino por lo segundo.
Me gusta la tragicomedia mexicana.
ResponderEliminarmaestro
ResponderEliminaraprende a escribir pendejo
ResponderEliminar"cotidianeidad" y en el post pasado "porque" va junto
Pendejo tú, investiga. Me cago en tu puta madre imbécil(y en tu redacción, no se te entiende, trozo de mierda).
ResponderEliminarPANHISPÁNICO DE DUDAS
cotidianidad. ‘Cualidad de cotidiano’ Esta es la voz regularmente formada a partir del adjetivo cotidiano (→ -dad, e), y la PREFERIDA EN EL HABLA CULTA (el subrayado es mío).
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En cuanto a mi acertado "por que":
2.a) La combinación del pronombre relativo que precedido de la preposición por. Su identificación es fácil, ya que el relativo que admite la anteposición del artículo correspondiente (el, la, los, las) o puede sustituirse por otros relativos como el cual, la cual, los cuales, las cuales: «La verdadera razón por que [= por la que, por la cual] quieres quedarte es Miguel» (Allende Casa [Chile 1982]).
Lo repito. Excelso
ResponderEliminarMuy bien Víctor
tómala pinche anónimo pendejo que no sabe escribir
ResponderEliminarde los mejores posts
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